Desde Valum Chivim Escuela de la Vida y como una de las partes fundamentales de Fundación Anthena Arcturus, también nos unimos en Conciencia, Mente/Espíritu, a todas las Antiguas Civilizaciones quienes desde el hemisferio sur celebran en esta oportunidad un momento de profundo cambio y transformación. Y lo hacemos invitándolos a recordar, es decir, tal y como nos Enseña nuestra Guía y Mentora, «a volver a pasar por nuestro corazón«, un extracto de una de sus Cartas a mis Niños de la Tierra de Anthena Arcturus, maravillosas Memorias/Enseñanzas brindadas por nuestra Gran Maestra Arcturiana en referencia a este momento de profunda reflexión, planificación y cosecha:
«Y así el Sol, Estación Repetidora del Creador para este Sistema Solar se ubicó a mitad de camino a lo largo de su viaje desde el Hemisferio Sur al Hemisferio Norte. (…)
Y así es mis amados niños de la Tierra como un nuevo danzar nos ha vuelto a reunir a través de esta Puerta Cardinal donde todo vuelve a comenzar, así es como un sinnúmero de sincronicidades se van presentando en estos tiempos frente ustedes, con la finalidad de impulsarlos hacia una nueva realidad, y cuando hablamos de impulso esto nos lleva a recordar que la Puerta Cardinal que se abre a través del Equinoccio de Otoño para el Hemisferio Sur y de Primavera para el Hemisferio Norte, sincrónicamente toma forma y lugar cuando el Sol ingresa en los 0 grados del Signo de Aries, quien representa el primer signo de la Rueda Astrológica, lo cual los invita a dar comienzo a una nueva danza en espiral a través del Mapa del Cielo, en un momento lleno de magia y sincronicidad, los invita a cruzar una mágica puerta que viene cargada de nuevas oportunidades para avanzar hacia la purificación de su Ser, una puerta donde el Padre Sol se ubica exactamente a mitad de camino entre el Norte y el Sur a través de su viaje hacia ese momento de mayor oscuridad para todos nosotros aquí en el Hemisferio Sur del Sol Eterno el próximo Solsticio de Junio 2018. Y así al cruzar esta puerta llega la fuerza, el coraje, el impulso y la determinación con la cual los influencia el signo de Aries, llega para durante los próximos 3 meses hasta el Solsticio de Invierno en el Hemisferio Sur, invitarlos a poner su energía en movimiento, a avanzar hacia un nuevo comienzo, hacia una nueva realidad, hacia una nueva vuelta en espiral que les brindará la posibilidad de perfeccionarse, purificarse y seguir adelante con su camino de evolución y despertar. (…)» EQUINOCCIO MARZO 2018 y algunas verdades más, Kin 41 Dragón Lunar, Oe del Sol, 20 de marzo 2018.
El Pacha Pokqoy es una ceremonia andina que marca la llegada del otoño para el Hemisferio Sur. Dentro del calendario de los pueblos quechuas- aymaras es el tiempo de la preservación de las semillas. Para estos pueblos, los meses de febrero y marzo son los meses de celebraciones, de rituales referidos a la maduración o florecimiento, febrero es conocido como el paucar waray o qatun pokqoy, mes florido hermoso y fino, con abundancia de agua y frutos, marzo es denominado con el nombre de pacha pokqoy, mes de maduración de la Madre Tierra, mes de maduración de los alimentos. Son tiempos de descanso de la Madre Tierra, de recoger la siembra, de guardar y de acopiar lo esencial y necesario. Son tiempos también para agradecer lo que nos ha dado la pacha, de aprender a soltar y de prepararse para la siguiente cosecha. Para los pueblos occidentales, el Equinoccio de Otoño marca la llegada de un nuevo ciclo, en tiempos en que las horas del día se disminuyen y las horas de la noche aumentan, por segunda vez en el recorrido de Halpacamaalrededor del Taita Inti, la luz y la oscuridad se estrechan las manos y atraviesan un día de equilibrio.
De la misma manera en que septiembre nos muestra el aspecto femenino de este equilibrio con la exteriorización, la colectividad y las funciones de maternar, este Equinoccio nos muestra el momento en el cual pasamos a la etapa masculina de individualización e introspección.
En este aspecto, así como las mujeres celebran su femineidad en septiembre con la asistencia de los hombres, son los hombres de mediana edad y productivos quiénes se toman en este día un momento para celebrar lo que son, con juegos de habilidad, destreza y fuerza asistidos por las warnas.
La complementariedad es un aspecto importante en la cosmovivencia andina, con una forma de entenderlo diferente a lo que se entiende en la cultura occidental: no se trata de completar con la idea de «completar lo que falta«, sino con el concepto integral de dos completos que se unen «eniananti» para que de esta manera se genere vida. Para ser parte de una unión masculino y femenino, es fundamental desde este concepto el que cada parte esté completa.
La etapa masculina del año enaltece las virtudes que busca desarrollar al hombre andino. Estas virtudes son:
Taita Inti continúa alejándose lentamente de Halpamama pero el calor y su intensidad aún están haciéndose presente. Seguimos en la etapa de plasmar, de llevar a cabo las acciones concretas.
Esta etapa masculina invita también a tomar riesgos para producir y crear en base a la cosecha material que hemos obtenido. El único que no se equivoca es el que no hace, y por ello suele ser el mejor momento para desarrollar ciertas actividades que impliquen tomar algunas decisiones difíciles y valientes.
Empieza el equilibrio entre el trabajo físico que debe ir mermando en relación al verano y el trabajo intelectual que va aumentando debido a las condiciones que la Pachamama impone a través del clima que nos va llevando a cerrar algunas ventanas y estar un poco más de tiempo adentro.
Para los pueblos quechuas-aymaras esta es una etapa que invita a expresar la creatividad, a mostrar de cada uno lo que en esencia es, sin personajes ni carencias de la personalidad, ya que es la etapa adulta del año. Es el tiempo en que se considera que Taita Inti ya es un sol maduro. Es un momento para sacar provecho de los momentos creativos que se dan en esta incipiente soledad a la que llevará el invierno, se van preparando para ella, pero no se olvidan que aún quedan tareas para realizar referentes a la cosecha. El paso hacia estos momentos de soledad también otorga el momento adecuado para cerrar acuerdos y saldar todas las deudas, lo cual es fundamental para ser uno mismo, sin tener obligaciones que los retengan en el afuera.
Acerca del Hawkay Pacha
El portal Pedagogía del AMAneSER comparte que «durante Hawkay Pacha o equinoccio de otoño, el Yatiri nombre que recibe el hombre que se ha permitido fluir en las aguas de su sabiduría materno-femenina, hace entrega de sus dones a los nuevos sucesores, honrando la transmisión de conocimientos permanente que significa la vida, recordándonos que cada uno de nosotros posee todas las herramientas internas, los antiguos y nuevos conocimientos para procurar tibieza y consuelo a las partes internas menos evolucionadas, aquellas que necesitan ser comprendidas y amadas permitiéndonos así un equinoccio interior en sincronía con la Tierra. De esta manera nuestra sombra y nuestra luz manifiestan equilibrio, alegría de vivir desde el interior proyectándose hacia la familia e inmediatamente a la comunidad.
El suave y fresco viento otoñal llega a nosotros, trayéndonos las voces de los ancestros, de los abuelos que pasaron y dejaron su huella en la Tierra, no importa en qué medida, no importa si su huella fue sombría o luminosa porque detrás de toda experiencia se encuentra siempre el Presente, en otoño honramos su paso por la tierra, honramos toda nuestra historia tomando lo mejor de ella y apartándonos amorosamente de aquello que no funcionó para el bien común. Pero también honramos las memorias antiguas de nuestro subconsciente, nuestra sabiduría ancestral que viaja con el viento hacia nosotros, para susurrarnos que es hora de unificarnos en ella, de permitirle un espacio en nuestro corazón, pues es mucho lo que tiene por decir, lo que tiene por contarnos.
En el Equinoccio de Otoño el gran dios solar inicia su viaje a las tierras de descanso envuelto en el manto femenino de la noche, como el hombre sabio que se permite ser abrazado por la sabiduría femenina, mientras en la Tierra el resto de la naturaleza también entra en el equilibrio de la sabiduría natural, la semilla que cae, la planta que duerme y la que finalmente se apaga, cada criatura bajo las hojas secas inicia paulatinamente un periodo de recogimiento y descanso bajo el manto estrellado de la diosa.
En Hawkay Pacha honramos el equilibrio de los polos, la vida y la muerte, honramos al Viento y sus mágicos susurros, honramos nuestra historia y honramos La Sagrada Alianza entre Hombre y Mujer.
Yatiri habita dentro de cada uno de nosotros, es la fuerza interna que nos conecta con el Gran Espíritu trayendo a nuestra mente consciente la información y la claridad suficiente para comprender cuál es nuestra misión en la Tierra, nuestra misión no es más que aquello que amamos hacer. Si le das un poco de espacio y con la ayuda de tu creatividad podrán descubrir de forma divertida que es aquello que tu hijo desea entregar al mundo.»
Una de las celebraciones más importantes para los pueblos Aymara es el Hallu Willka Chika, mientras que para los quechuas es el Pawkar Raymi.
El Hallu Willka Chika tiene lugar el 23 de marzo, en donde se festeja la época en que muere el verano y nace el otoño. Los pueblos Aymara celebran el comienzo de la época seca Juyphi Pacha, momento de preservar y guardar los alimentos para el invierno que comienza. Se trata de un tiempo de reflexión y refugio en el núcleo familiar y como explican las comunidades indígenas, es tiempo de cuidar la semilla del buen vivir Suma Qamaña.
Por otro lado, tradicionalmente para los Quechuas, en este momento del año, tiene lugar una celebración específica, el Pawkar Raymi, la fiesta del Florecimiento, una de las cuatro más importantes del mundo Andino.
El Equinoccio marca un punto Cero, un nuevo comienzo y ejerce una gran influencia sobre la vida en el planeta, por ello «Pawkar Raymi» es una fiesta espiritual. En esta celebración se mantiene viva la práctica y la espiritualidad de los ancestros, se reúnen Abuelos, Abuelas (Sabios) y amautas (antropólogos, matemáticos, ingenieros etc.) buscando la unión de la ciencia y la espiritualidad.
Este momento del año también está profundamente vinculado con todo lo femenino, el florecimiento, las aguas, la naturaleza, debido a que se trabaja en la preparación de la tierra y las semillas. Actualmente los Pueblos Originarios están intercambiando su conocimiento para alinear sus festividades y celebraciones, ya que se considera la importancia de unir fuerzas que ayuden a profundizar y dar a conocer, compartir lo que antes se poseía pero que olvidamos.
Los Pueblos Originarios consideran cada celebración, festividad, como una oportunidad para mejorar nuestras vidas, nuestras relaciones.
«El Sentido del Pawkar Raymi es espiritual, no es folclórico, es volver a conectarse con la naturaleza«
La celebración del Pawkar Raymi se extiende por todo el continente, desde México hasta a Bolivia, pasando por Ecuador, donde existe una gran tradición alrededor de esta festividad. Este equinoccio une a los pueblos del sur y del norte en el mes de las flores y las semillas.
«Un tiempo de descanso, se guarda la cosecha y se agradece al Creador.«
Para el pueblo mapuche, el otoño representa un fenómeno natural que marca la finalización del período de cosecha y el principio de una nueva época de siembra.
Si observamos los símbolos que aparecen en el Kultrún, significan la vida (las cruces girando o esvásticas) y se encuentran también representados el Sol y la Luna. Las ejemplifican la pisada del pollo, cada pisada es un día y el año se divide entre los cuatro grandes días o pisadas del pollo (Solsticio de Invierno, Equinoccio de Primavera, Solsticio de Verano y Equinoccio de Otoño).
Partiendo de una concepción cíclica del tiempo, las estaciones, para los mapuches, tienen distinta duración, las más largas son el invierno (pukem) y el otoño (rimü) que duran 4 meses cada uno y la más corta es el verano (walüng) y la primavera (pewü), el período de verdor y los brotes, dura tres meses.
Según historiadores, los conocimientos astronómicos de los mapuches los llevaron a distinguir los movimientos de la Tierra. La rotación (movimiento de la Tierra sobre su eje, que da origen al día y la noche) fue llamada chünküz mapu (redondez de la Tierra) y la traslación (movimiento de la Tierra sobre su órbita que da origen a las estaciones) tüway mapu (giros de la Tierra). Como el resto de los pueblos precolombinos, el conocimiento de estos fenómenos sirvió de base para la creación de su calendario, que indica un año con 364 días exactos, distribuidos en 13 meses (küyen) de 28 días (antü).
Como otros pueblos precolombinos, el pueblo mapuche también había descubierto los solsticios y equinoccios -cuatro en cada hemisferio, ocho en todo el planeta- y los graficaron en una estrella de ocho puntas, similar a la rosa de 8 puntas que tenían los indígenas mesoamericanos. La estrella octogonal ha sido encontrada en varios petroglifos, es el emblema del pueblo mapuche y tiene varios significados -sagrados y astronómicos- dependiendo del autor, algunos la asocian a la flor del canelo, otros a Venus.
El mapuche concibe que todos los animales, plantas, ríos, montes y el ser humano poseen un espíritu: aquel que les da vida y aliento.
«Trafkintu en El ciclo otoñal o Rimü en mapudungun.»
Traf = entre dos o en las mismas condiciones
Kintun = buscar
Es decir, es la búsqueda entre dos, del equilibrio y conformidad al momento del intercambio, es establecer una relación de cariño, respeto y preocupación, que implica conocerse y valorarse como personas, de lo que el otro posee, en reciprocidad.
El ciclo otoñal o Rimü en mapudungun, ha abierto tradicionalmente los tiempos de trafkintu, considerada una institucionalidad ancestral que progresivamente se ha venido recuperando y que hace referencia a una tradición propia de la cultura mapuche, la cual se realiza entre diferentes territorios con el fin de intercambiar especies y saberes, la que se realiza bajo ciertos principios, valores y protocolos, que no es posible situarlo en el saber popular del «trueke» como a veces equivocadamente sucede.
El Trafkintu, en términos generales, es un proceso de intercambio de productos, de conocimientos, de saberes entre integrantes de diversos territorios. En el intercambio se produce una nivelación de sus mutuas expectativas, poniéndose de acuerdo en las especies a intercambiar. Lo común es que cada comunidad hace trafkintu con las ventajas comparativas que tiene. Así la economía comunitaria, tiende a complementarse con aportes de otras economías locales.
Comúnmente a los trafkintu se lleva semillas criollas, nativas, plantas y especies nativas libres de agrotóxicos, junto a productos elaborados por las propias manos, ya sea arte, oficio o producto alimenticio.
La cultura aborigen australiana está considerada una de las culturas vivientes más antiguas del mundo. De hecho, objetos encontrados en varios lugares sugieren su presencia desde 174.000 A.C.
A los nativos australianos les encanta la vida en comunidad y por ello suelen reunirse con regularidad durante los Solsticios y Equinoccios para celebrar su cultura en eventos y festivales aborígenes sumamente especiales llamados corroboree, reuniones ceremoniales realizadas en momentos sincrónicos en las cuales interactúan con el tiempo de los sueños a través de la danza, la música y el arte.
Uno de esos momentos sincrónicos en el año está marcado por un evento astronómico y una tradición muy extendida en Australia: la del «Emú en el firmamento«, una constelación definida por nebulosas oscuras (nubes opacas de polvo y gas del espacio exterior), visible como contraste sobre el fondo de la Vía Láctea más que por formaciones de estrellas. La cabeza del Emu es la muy oscura Nebulosa Saco de Carbón, cercana a la Cruz del Sur. El cuerpo y las patas serían otras nubes oscuras a lo largo de la Vía Láctea en dirección hacia Escorpio
.
Durante las tardes de otoño, es decir luego del Equinoccio de Otoño, esta constelación llamada «el Emú del firmamento» pasa justo por frente de su retrato en piedra ubicado en el norte de Sídney, en el Kuringai National Park, donde hay numerosos grabados en roca del Pueblo Guringai, que en la actualidad sigue viviendo en la zona. Este grabado cerca del camino Elvina muestra un emú en la misma postura y orientación que la constelación del «Emú del firmamento«, algo que sucede además en el momento exacto en que se ha de realizar la recogida de huevos de Emú.
La correlación entre los movimientos cuerpos celestes, estrellas y eventos astronómicos es parte fundamental de la cultura aborigen australiana dado que su cultura es una de las más antiguas de las civilizaciones aún continuadas y se ha dicho que los aborígenes australianos bien podrían haber sido uno de los primeros astrónomos de la historia.
En cuanto a las celebraciones mencionadas, eran momentos claves en los cuales, según la mitología aborigen australiana, se abre una especie de portal que permite interactuar con lo que ellos llaman: El Sueño o Altjeringa (también llamado Tiempo del Sueño) es un «érase una vez» sagrado; un tiempo más allá del tiempo en el cual los Seres Totémicos Espirituales ancestrales formaron La Creación.
Fred Alan Wolf empieza el capítulo nueve de The Dreaming Universe (1994) titulado The Dreamtime con una cita de The Last Wave, un filme por Peter Weir:
«Los Aborígenes australianos creen en dos formas del tiempo; dos corrientes paralelas de actividad. Una es la actividad diaria objetiva, la otra es un ciclo infinito espiritual llamado el «tiempo de sueño», más real que la realidad misma. Lo que sea que pase en el tiempo de sueño establece los valores, símbolos, y las leyes de la sociedad aborigen. Se creía que algunas gentes de poderes espirituales inusuales tenían contacto con el tiempo de sueño.»
«El soñar» es también usado a menudo para referirse al conjunto de creencias o espiritualidad de un individuo o de un grupo. Por ejemplo, un indígena australiano podría decir que ellos tienen «Soñar de canguro«, o «Soñar de tiburón«, o «Soñar de hormiga de miel«, o cualquier combinación de soñar pertinente a su «país«, como puede ser en el Equinoccio de Otoño el «soñar del Emú«. Sin embargo, muchos indígenas australianos también se refieren al tiempo de creación como «El soñar«. El tiempo de sueño expone los patrones de vida para la gente aborigen. «El soñar» fue el tiempo de creación.
Ellos creen que cada persona existe de una manera esencial eternamente en el Soñar. Esta parte eterna existió antes de que la vida del individuo comience, y continúa existiendo cuando la vida del individuo termina.
Los pueblos indígenas australianos tradicionales acogen todos los fenómenos y vida como parte de un vasto y complejo sistema reticular de interrelaciones cuyas huellas se pueden seguir hacia el pasado hasta los seres espirituales ancestrales totémicos de El Soñar.
En la visión del mundo del Aborigen australiano cada evento deja un registro en la tierra. Todo en el mundo natural es un resultado de los seres arquetípicos, seres cuyas acciones crearon el mundo. Mientras que los europeos consideran estos ancestros culturales como mágicos, mucha gente aborigen aún creen en su existencia literal. El significado de lugares particulares y de criaturas está ligado a su origen en El Soñar, y ciertos lugares tienen un potencial particular que los aborígenes llaman su «soñar«. En este soñar reside la sacralidad de la tierra.
Fuentes consultadas:
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